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1 El que habita al abrigo del Altísimo y se acoge a la sombra del
Omnipotente,
2 dice al Señor: «Tú eres mi esperanza, mi Dios, ¡el castillo en el que
pongo mi confianza!»
3 El Señor te librará de las trampas del cazador; te librará de la
peste destructora.
4 El Señor te cubrirá con sus plumas, y vivirás seguro debajo de sus
alas. ¡Su verdad es un escudo protector!
5 No tendrás temor de los terrores nocturnos, ni de las flechas
lanzadas de día;
6 no temerás a la peste que ronda en la oscuridad, ni a la mortandad
que destruye a pleno sol.
8 ¡Tú lo verás con tus propios ojos! ¡Tú verás a los impíos recibir su
merecido!
9 Por haber puesto al Señor por tu esperanza, por poner al Altísimo
como tu protector,
10 no te sobrevendrá ningún mal, ni plaga alguna tocará tu casa.
11 El Señor mandará sus ángeles a ti, para que te cuiden en todos tus
caminos.
12 Ellos te llevarán en sus brazos, y no tropezarán tus pies con
ninguna piedra.
13 Aplastarás leones y víboras; ¡pondrás tu pie sobre leones y
serpientes!
14 «Yo lo pondré a salvo, porque él me ama. Lo enalteceré, porque él
conoce mi nombre.
15 Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en medio de la
angustia. Yo lo pondré a salvo y lo glorificaré.
16 Le concederé muchos años de vida, y le daré a conocer mi salvación.»